Jonathan Olvera/La Noticia de Tlaxcala
Ixtacuixtla, Tlax., 28 de mayo de 2025. – Una escena de terror vivieron los pasajeros de una unidad de transporte público de la línea Atah, cuando tres sujetos armados perpetraron un asalto a mano armada en pleno trayecto sobre la autopista Tlaxcala–Texmelucan, a la altura del municipio de Ixtacuixtla.
El hecho ocurrió en horas de la tarde, cuando los delincuentes abordaron la unidad como pasajeros y, minutos después, sacaron armas de fuego para amedrentar a los usuarios y despojarlos de sus pertenencias. Según testigos, al menos uno de ellos realizó disparos dentro del vehículo, luego de que un elemento policial —que viajaba en la unidad— intentó frustrar el atraco.
El caos estalló al instante: gritos, amenazas, forcejeos y disparos mientras el camión seguía su curso. Afortunadamente, no se reportaron víctimas fatales, aunque varios pasajeros entraron en crisis nerviosa y algunos presentaron lesiones menores por caídas durante el asalto.
Los delincuentes lograron huir con rumbo desconocido, y hasta el momento no hay detenidos. El ataque fue confirmado por autoridades locales, pero no se ha informado de un operativo de búsqueda eficaz ni de resultados concretos tras los hechos.
Este nuevo episodio de violencia en el transporte público se suma a una larga lista de atracos y agresiones en rutas intermunicipales y foráneas en Tlaxcala, donde la inseguridad se ha vuelto cotidiana y la impunidad la norma.
“¿Dónde están las cámaras, los retenes, la vigilancia que prometieron? ¿Cuántas veces más vamos a tener que vivir esto sin que pase nada?”, reclamó uno de los pasajeros afectados.
Mientras tanto, usuarios frecuentes de la línea Atah y otras rutas que operan en la región exigen acciones reales, no promesas. Reclaman una falta absoluta de estrategia para proteger a quienes diariamente dependen del transporte público para trabajar, estudiar o trasladarse.
La violencia en las carreteras y rutas urbanas no solo está creciendo: se ha normalizado ante la omisión del gobierno estatal y la inacción de las autoridades de seguridad, quienes hasta ahora parecen rebasadas ante un fenómeno que cada día cobra más víctimas.
Viajar en transporte público en Tlaxcala hoy significa jugarse la vida. Y el silencio institucional es también parte del crimen.