- ¿A quién protege el gobierno mientras los agresores siguen operando con impunidad?
- Mientras los antros violentos operan impunes, los negocios familiares enfrentan clausuras y abusos
Jonathan Olvera/La Noticia de Tlaxcala
Tlaxcala, julio de 2025. — La pregunta es clara y urgente: ¿quién protege a los antros donde se golpea brutalmente a menores, mientras la autoridad sanitaria permanece en completo silencio?
El reciente caso del bar “Monique”, donde personal de seguridad fue captado agrediendo violentamente a jóvenes —según videos difundidos por El Gritón Digital— no es un hecho aislado. Es parte de un patrón de excesos, violencia y permisividad que se repite una y otra vez en Tlaxcala… siempre con la misma constante: la impunidad.
Y pese a las denuncias públicas, pese a las imágenes contundentes, pese a la indignación ciudadana, la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Coepris) no ha actuado. No hay clausura. No hay suspensión. No hay consecuencias.
❓ ¿Acaso no ve lo que todos vemos? ¿O es que hay intereses más poderosos que el cumplimiento de la ley?
Porque lo que sí vemos —y con frecuencia— es cómo esa misma Coepris actúa con todo el rigor en contra de pequeños comercios, tienditas y fondas familiares. Ahí sí hay inspecciones, multas, clausuras y hostigamiento.
Pero cuando se trata de establecimientos nocturnos vinculados con violencia, alcohol, menores de edad y posibles influencias políticas o económicas, el criterio cambia. El silencio pesa. La omisión se impone.
Y el gobierno estatal, encabezado por la gobernadora Lorena Cuéllar, ¿dónde está? ¿Dónde está el supuesto compromiso con la seguridad, la salud pública y la legalidad? ¿Dónde está la congruencia entre el discurso oficial y la realidad que vive la gente?
Lo que indigna no es solo la falta de acción, sino el descarado doble rasero con que se aplica la ley. Mientras unos son perseguidos con saña por vender comida sin licencia o por falta de extintor, otros golpean adolescentes y siguen vendiendo alcohol como si nada.
La ciudadanía ya no compra el discurso. Ya no traga el cuento del “estado seguro” ni del “gobierno cercano a la gente”.
Hoy más que nunca, Tlaxcala exige justicia, legalidad y coherencia. Porque cuando el gobierno protege a los poderosos y castiga a los vulnerables, lo que falla no es el sistema… es la voluntad de cambiarlo.