Redacción/La Noticia de Tlaxcala Tlaxcala, México, 27 de junio de 2025.- En lugar de responder con datos, autocrítica o empatía ante una pregunta legítima sobre los recientes intentos de linchamiento en el estado, la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, optó por reprender a la prensa, acusándola de “lastimar al Estado” y “difundir información errónea” que, según sus palabras, pone en riesgo las inversiones y la imagen internacional de la entidad.
El incómodo intercambio ocurrió durante un evento oficial relacionado con infraestructura de seguridad, cuando una reportera cuestionó a la mandataria sobre la creciente desconfianza ciudadana hacia las instituciones, reflejada en varios intentos de justicia por mano propia registrados en distintas regiones del estado.
“Por esos malos comentarios que tú haces, y que muchas personas también dicen sin saber… eso daña al estado. Dicen que lincharon a ocho personas y eso no es verdad”, afirmó Cuéllar con tono molesto, visiblemente contrariada por el enfoque crítico de los cuestionamientos.
En vez de ofrecer una evaluación de fondo sobre los factores que alimentan los linchamientos —entre ellos la percepción de impunidad, la lenta respuesta institucional o la ausencia de proximidad policial—, la gobernadora desvió la atención hacia una defensa de cifras oficiales y la funcionalidad de sus recientes “logros” en materia de videovigilancia.
Afirmó que en los últimos cuatro días se desarticularon cuatro bandas delictivas y se recuperaron dos vehículos robados gracias a los recién inaugurados C2. Sin embargo, al insistirle si estos casos de violencia colectiva reflejan o no una crisis de confianza ciudadana, volvió al tono defensivo:
“Tenemos un protocolo. En el caso más reciente, la presidenta municipal avisó a tiempo, actuamos de inmediato. Ya detuvimos a ocho personas por ese hecho. Pero repito: decir cosas que no son daña al Estado.”
Los comentarios de Cuéllar Cisneros han provocado reacciones críticas entre periodistas locales y organizaciones civiles, quienes consideran preocupante que el gobierno pretenda silenciar o minimizar hechos de violencia bajo el argumento de proteger la imagen institucional.
“No se trata de manchar a Tlaxcala, sino de que el gobierno asuma con seriedad su responsabilidad frente a la creciente desconfianza y hartazgo social”, declaró un comunicador presente en el acto, que pidió no revelar su nombre por temor a represalias.
En contraste con el discurso triunfalista de la mandataria, lo cierto es que los intentos de linchamiento, lejos de ser hechos aislados, se han vuelto un síntoma constante de un problema más profundo: la erosión del pacto entre ciudadanía y autoridad.
Mientras el gobierno busca construir una imagen de “estado modelo en seguridad digital”, en las calles de Tlaxcala persiste la sensación de que, ante la delincuencia, la justicia sigue dependiendo del grito, la turba o la suerte.
